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lunes, 20 de septiembre de 2010

FERNANDO VILLALÓN

Adjunto a este mismo blog he construido otro sobre Fernando Villalón. De él quiero destacar en esta página su obra de teatro Don Juan Fermín de Plateros, subtitulado Etopeya del campo andaluz durante la invasión francesa , según tengo entendido sin estrenar. Si alguien tiene noticias de lo contrario, me gustaría que me lo hiciese saber. Gracias. Publicada por el Ayuntamiento de Morón de la Frontera y la Diputación de Sevilla

En esta magnífica obra Villalón plasma la España de principios del XIX, la de los garrochistas de Bailén y los Niños de Écija. Aquellos garrochistas que junto al general Castaños nos defendieron de los franceses y forzaron al rey José I Bonaparte a abandonar Madrid.

Si no es por los garrochistas
llega Dupont a Tablá... (pág 19)

También Sorolla, nacido dos años después que nuestro poeta, tiene una mirada para los garrochistas, para esa España que estaba a punto de perderse.

domingo, 5 de septiembre de 2010

EN PRENSA. DIARIO DE SEVILLA. 24/IX/2010

* Diario de Sevilla
* Sevilla
* Un maestro al que ya no se enseña



Se han cumplido 15 años de la muerte de Alfonso Jiménez Romero. Renunció a la gloria y al prestigio y su tierra se lo paga con la indiferencia.
| Actualizado 24.08.2010 - 09:48
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Ayer se cumplieron quince años de la muerte de Alfonso Jiménez Romero. Nació en 1931 en Morón y murió en el verano de 1995 en Sevilla. Precoz, de una fertilidad cultural inusual, pudo acomodarse a la vida de Madrid, ciudad que le llama para los estrenos teatrales y como guionista de cine: firmó los de La trastienda, primer destape integral del cine español, protagonizado por María José Cantudo, El secreto inconfesable de un chico bien, ambas dirigidas por Jorge Grau, y La Corea, de Pedro Olea. José Frade quiso contratarlo para su productora, pero se volvió a su tierra.

Su especialidad era crear grupos de teatro en los numerosos institutos en los que ejerció su faceta docente. Uno de sus oficios. Con Morón, su ciudad natal, mantuvo una relación tridimensional: en unas elecciones municipales formó parte de la lista de Izquierda Unida, dio el pregón de la Semana Santa de su pueblo y trabajó en la base americana. A la Facultad de Filosofía, tiempos de Juan de Mata Carriazo, José Hernández Díaz y Agustín García Calvo de profesores, llega fumando rubio americano y con una impronta de hombre elegante. Así lo recuerda Joaquín Arbide, cómplice de aventuras teatrales. A su nuevo (y fugaz, después se iría a Madrid a estudiar Ingeniería de Montes) compañero de Facultad le dirigió varias obras teatrales: La Jaula, en el teatro Cervantes, Diálogos de una espera en el teatro San Fernando y en el teatro Infanta Beatriz de Madrid. El mismo escenario donde Arbide presentó, con Amparo Rubiales y Miguel Rellán en el elenco, Vida y muerte Severina, obra basada en textos del autor brasileño Joao Cabral de Melo Neto donde las escenas iban ensartadas por 16 canciones, incluida una petenera, escritas por Jiménez Romero. Arbide también dirigió y estrenó en el castillo de Alcalá de Guadaíra las versiones que el dramaturgo hizo de Numancia de Cervantes y Julio César de Shakespeare, ésta última con el periodista Pepe Guzmán entre los intérpretes.

La investigadora teatral María Teresa Mora dedicó años de su vida a rebuscar en el heterogéneo corpus teatral de Alfonso Jiménez Romero, a quien le dedicó su tesis doctoral. José Luis Alonso de Santos dirigió su obra El inmortal y Gerardo Malla hizo lo propio con La Murga (Lidia completa y muerte de un español en dos actos y un pasodoble), que Jiménez Romero escribió con Francisco Díaz Velázquez, catedrático de Lengua y Literatura que fue concejal de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla. En La Murga ve José Monleón ecos del carnaval de Cádiz y del romance de ciego que Alberti (pregonero de esa fiesta en febrero de 1981) le dedicó al republicano Fermín Galán. Esa obra en dos actos y pasodoble fue uno de los acontecimientos teatrales de 1974, sólo comparable, dice Manuel Copete en su estudio de este trabajo, a La Fundación de Antonio Buero Vallejo y Mambrú se fue a la guerra. Con Díaz Velázquez también escribió De lo que ocurrió el día de la inauguración del gran hotel.

Uno de los binomios más creativos de la cultura andaluza de los años 70 fue el que Alfonso Jiménez Romero formó con Juan Bernabé, con quien coincidió en una pensión madrileña en la que el autor de Morón escribió Oratorio, estrenado con enorme éxito en el festival de teatro de Nancy y que permitiría la llegada al teatro desde el cante de Salvador Távora. Bernabé, creador del Teatro Lebrijano, estrenaba con 20 años obras de Albert Camus, Buero y Lauro Olmo. Su muerte a los 25 años lo convierte con el cineasta Claudio Guerin o el músico Jesús de la Rosa, de Triana, en trayectorias sesgadas demasiado pronto. Además de Oratorio, Bernabé llevó a escena otros dos textos de Jiménez Romero: Diálogos de una espera y El juego de las hormigas rojas. Insólito puente cultural entre Morón y Lebrija, canteras del cante fundidas en una pensión de Madrid. Jiménez Romero llevó su teatro a Madrid y a Barcelona, pero estrenaba en Arahal, en La Puebla de Cazalla, en Alcalá de Guadaíra. Dirigió espectáculos relacionados con el flamenco y con la tradición popular, como Amores y quebrantos de Mariquita la Revolera y Currito el Apañao. En Morón creó el grupo de teatro Los Corrales Andaluces. Hizo teatro infantil. Entre 1983 y 1989, escribió una obra por año, con títulos como Yono soy Marilyn o El mundo de la zarzuela. Obras inéditas como El retrato, café de París. Estuvo en conversaciones con doña Concha Piquer para el espectáculo El baúl de la Piquer, proyecto de musical que no se llegó a estrenar.

Ganó el premio Ateneo de Sevilla (La cruz de yerba) y el premio Hermanos Machado del Ayuntamiento de Sevilla (Catalina y el Diablo). "Alfonso es el eslabón perdido entre Lorca, los Machado y el teatro actual", dice María Teresa Mora. La autora de la tesis sobre su obra aprovechará el tiempo que va a ganar al jubilarse como docente. Se hja despedido enseñando Matemáticas y Ciencias Naturales en un centro de adultos de Santiponce. Versátil y polifacética, como lo fue el propio Jiménez Romero. "Ahora quiero pasar su obra al formato digital. He hablado con distintas editoriales. Es una vergüenza que los jóvenes no conozcan su teatro, que los niños no disfruten sus cuentos, que recopilaba y después pasaba a narrativa dramática. A los autores de su generación no se les ha representado. Hay muchas obras de esa época metidas en los cajones".

En Oración de la Tierra contó en el reparto con el baile de Fernanda Romero y el cante de El Cabrero y Diego Clavel. Dos de sus hermanos viven en Granada. Sus hermanas Teresa y Lola, en Sevilla. Que tiene una deuda con quien fue alumno del San Francisco de Paula y de la Fábrica de Tabacos. En la que fumaba rubio americano. Lola es farmacéutica en Morón, el oficio paterno.